viernes, 27 de marzo de 2009

¿PREGUNTAS?

¿Qué haría el ser humano si pudiera, si no hubiera ninguna traba a sus deseos más profundos, más escondidos? ¿Amaría, tal vez? ¿Mataría, olvidaría, preguntaría, desaparecería, robaría, copularía, lloraría?
Si no hubiese límites, si no hubiera que temer a las consecuencias, si la libertad fuera absoluta en toda la rotundidad del término, ¿qué elegiría hacer el ser humano?
¿Mataría a su hermano para poseer a su mujer?
¿Exploraría el cosmos buscando respuestas?
¿Amaría a todos sus semejantes?
¿Velaría por los tesoros de la Naturaleza?
¿Robaría lo codiciado?
¿Se entregaría a las artes?
¿Querría no olvidar nunca?
¿Vivir para siempre? ¿Ser inmortal?
¿Poder grabar sus sueños?
¿Saberlo todo?
¿Predecir el futuro?
¿Ser envidiado?
¿Tener poder?
¿Pensaría antes de elegir?
No tengo respuesta a estas preguntas pues es el propio camino el que las va dando forma en silencio íntimo o a gritos de acción.
¿Cuánto cabe en la vida de un hombre o de una mujer? ¿Sabe dónde conducen sus pasos?
En este preciso instante, ¿cuántos seres humanos están dañando a otros? ¿Cuántos se acarician con ternura? ¿Cuántos se hablan con sinceridad? ¿Cuántos ríen? ¿Cuántos lloran? ¿Cuántos sufren y cuántos son dichosos? ¿Cuántos sientes esperanzas y cuántos están desesperanzados? ¿Cuántos pasan hambre y frío? ¿Cuántos derrochan? ¿Cuántos sueñan? ¿Cuántos crean? ¿Cuántos nacen? ¿Cuántos mueren? ¿Cuántos encuentran lo que buscaban? ¿Cuántos pierden? ¿Cuántos enseñan lo que saben? ¿Cuántos ocultan? ¿Cuántos tienen miedo? ¿Cuántos humillan a otros? ¿Cuántos traicionan? ¿Cuántos quieren dar ejemplo?
¿Cuántos precisos momentos existen si el tiempo no se detiene jamás?
Quiero creer que avanzamos (¿hacia dónde?) Pensando (iluso) que avanzar es mejorar, ser más humanos. ¡Pero, tropezamos tanto!
Algunos no tienen tiempo más que para luchar por su supervivencia y su única recompensa es vivir un día más. Muchos no lo consiguen y sus almas son tragadas por el olvido más oscuro de la no-existencia.
Otros no necesitan de tal lucha, tienen el pan que llevarse a la boca y un techo bajo el cual cobijarse. Pero, están igualmente perdidos y su vida se va gastando poco a poco sin un brillo, siquiera momentáneo, hasta que, como una brasa, su última luz se apaga dejando sólo una brizna de ser quemado que se convertirá en ceniza a merced del viento del olvido.
Otros sí quieren que su vida brille; quieren vivirla en toda su intensidad y creen que su mejor baza es el “yo primero y yo después”. Codiciosos, egoístas, ególatras, lascivos, asesinos, ladrones, envidiosos, usureros, vengativos, insolidarios, megalomaníacos, impulsivos. Lo que desean lo cogen, si pueden y si no, hacen por poder. Se enriquecen con injusticias, provocan guerras, trafican, violan, traicionan, ultrajan.
Serán líderes de débiles; capos de la droga, pederastas, mercenarios al mejor postor, funcionarios corruptos, religiosos sin fe. Serán aquellos que no aprecian lo que poseen por codiciar lo que posee el prójimo. Será el contrabandista, el especulador, el falsificador, el timador, el mentiroso, el allanador, el ojerizo, el tramposo, el embaucador, el prepotente, el pedante, el fanfarrón, el hurtador, el terrorista, el insidioso, el cizañero, el plagista, el calumniante, el abusador, el avaro, el cínico, el radical.
Su vida se secará al fin también. Creerá él que con el consuelo de lo conseguido, de lo disfrutado, de lo bailado. Pero sus brillos durarán lo que tarde en ser aniquilado por aquel otro más poderoso que le arrebate lo obtenido en injusta lid. Será pasto de las mismas bestias que se esconden bajo su propia piel y tras sus ojos egoístas. También el olvido se cebará con él hasta que nada quede.
Otros verán que el fuego se compone de llamas que bailan alegremente mientras hay alimento que consumir; que el agradable calor que desprende puede convertirse en frío si no se consigue leña que renueve bríos u espíritus.
Los que se emocionan, los que lloran de alegría, los que aman, los que entregan, los que ofrecen, los que abren sus manos, los que dicen la verdad, los que oran con fe, los que escuchan al corazón, los que dudan.
Los generosos, lo solidarios, los comprensivos, los empáticos, los amables, los educadores, los sacrificados, los sinceros, los amantes, los cuenta cuentos.
Los que componen bellas sinfonías y los que las escuchan; los que escriben bellos sonetos y los que los leen; los que esculpen bellas esculturas y pintan bellos cuadros y los que los admiran; los que educan a sus hijos en la generosidad y los que aprenden de ella; los que construyen bellos puentes y los que los cruzan. Los que anhelan, los que buscan la belleza.
Los que acarician una piel que siente las caricias; los que susurran palabras cálidas que arrullan oídos que escuchan; los que regalan a los que agradecen; los que luchan por los sueños que otros consiguen.
Los que lloran si tú eres feliz. Los que te aman.
Aquellos para los que cada segundo cuenta si es para vivirlo plenamente; aquellos para los que las promesas son un impulso; aquellos que desean crear recuerdos gratos. Aquellos que escuchan a los niños y a los mayores; aquellos que construyen un mundo mejor.
Aquellos que se esfuerzan por escucharse a sí mismos y en un mar infinito de dudas navegan buscando vientos propicios y corrientes a favor que les salven de las tormentas del espíritu. Aquellos que anhelan ser humanos, uno con su tierra, su mar, su aire, su fuego, con su vida y con su compañero de especie.
Aquellos que desean saber leer en su propio corazón para así saber leer en el corazón de los hombres y mujeres de bien.

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