"... a Elstir le gustaba entregar, entregarse. Todo lo que tenía, ideas, obras y las demás cosas, que estimaba en mucho menos, habríalo dado con alegría a alguien capaz de comprenderlo. Pero a falta de sociedad soportable vivía Elstir aislado, de un modo selvático, y a ese género de vida le llamaba la gente elegante pose; los poderes públicos, mala índole; los vecinos, locura, y la familia, egoísmo y orgullo".
De A la sombra de las muchachas en flor, segundo volumen de En busca del tiempo perdido, por Marcel Proust.
No hay comentarios:
Publicar un comentario