martes, 23 de junio de 2009

Anclas en tierra seca

El mar se ha secado. Los barcos están despanzurrados por todas partes. Los cofres de los antiguos galeones y barcos piratas han sido saqueados en menos de un día. Los peces boquearon más o menos. ¡Qué bonito es el coral! ¡Cuántos colores! Los ríos no saben qué hacer en los deltas. ¡Vamos a morir todos! Ya no hay primera línea de playa. Podemos ir en coche a cualquier parte. Sólo se podrá pescar en los ríos, lagos y balsas. Subirá el precio de la sal. Ya no se podrá gritar ¡tierra! Toda la marinería sin trabajo. Los lobos de mar lo serán sólo en los libros. ¡Cuánta tierra por explorar! Ya no son necesarias las velas ni los remos, ni los timoneles. Los polizones tendrán que coger el tren. ¡Vamos a morir todos! No se podrá decir: el azul del mar. No habrá maremotos. Será fácil encontrar conchas. Nadie morirá en naufragios. ¿Dónde se reflejará la luna? ¡Vaya! ¡Se me olvidó contar las olas!
No, no me gusta que se haya secado el mar. Moriremos todos. Lentamente. No pienso esperar en lo que fue la orilla. ¡Niño! ¡Acércame ese ancla! Que me lo voy a atar al cuello. Que me voy a sentar en lo más hondo, más hondo de este seco puerto.

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